¿Conoces la típica frase de “si no lo veo no lo creo”?
Pues yo lo he visto y aún me cuesta creerlo.
Lo que ha conseguido José Ramón Moragrega “Buitreman” es increíble y único en el mundo.
Ha llamado la atención de National Geographic, de muchos naturalistas e incluso de Frank de la Jungla. Y no es para menos.
Este hombre se ha ganado la confianza de centenares de buitres aunque no ha sido nada fácil. Le ha costado una paciencia infinita, muchas horas, días y años de dedicación y entregar su vida casi al completo por puro amor a la naturaleza.
Estuvo 3 años poniendo comida en su finca diariamente sin resultado. Los buitres observaban a lo lejos mientras los gatos salvajes de la zona se pegaban un banquete.
A partir del tercer año empezaron a bajar unos 5 buitres aunque de forma irregular y en momentos en que él no estaba presente.
Lo difícil era hacerlos bajar a sus instalaciones, cerca de construcciones humanas. Los buitres tienen pánico a todo lo que tenga que ver con nosotros.
Piensa que en nuestra cultura siempre han tenido muy mala fama (“se comen a los muertos” y el nombrarlos es visto como un insulto) y los hemos envenenado indiscriminadamente hasta que en los años 80 esta práctica se volvió ilegal.
Esto se convirtió en una obsesión. ¿Bajarían algún día los buitres a comer?
Así ha estado 26 años si no me equivoco. Lo repito porque se dice pronto: ¡26 años!
Día tras día y como dice él “avanzando un centímetro cada día” su sueño se hizo realidad.
Así, muy poco a poco, Buitreman ha logrado ganarse su confianza y fidelidad.
Y si no te crees que los buitres sólo tienen confianza con él, mira el desastroso intento (a partir del minuto 5) de Frank de la Jungla …
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NUESTRA LLEGADA
Las orejas de conejo colgando encima de la furgoneta (enganchadas a la rama de un árbol como si fueran un adorno de navidad) te hacen darte cuenta rápidamente de que estás en un lugar MUY especial.
El aroma de carnaza también ayuda.
Pero sobretodo es la sonrisa y el brillo en los ojos de este hombre los que te hacen sentir que lo que vas a vivir aquí será especial.
Hay que acceder por un túnel “secreto” (para que luego los buitres no puedan verte cuando marchas). Esto también hace que sea más especial.
Una vez cruzas el túnel, entras por fin en la casa y el Observatorio…
LA CASA Y EL PROYECTO
Normalmente hubiéramos dormido en la furgo y sólo contratado el Observatorio, pero cuando simpatizas con un proyecto y sabes que no recibe ninguna subvención (quiere ser independiente) y se auto-financia únicamente con lo que ganan con las habitaciones y con su propio dinero, no dudamos ni un segundo.
Un proyecto que pretende aliviar la presión que han sufrido estos animales tras años de envenenamientos indiscriminados y que han visto reducida la comida disponible tras la prohibición (a raíz de las vacas locas) de los antiguos muladares.
Además queríamos conocer bien a este hombre.
Y qué mejor manera que pasar un día entero con él.
Y a solas con ellos en la casa. ¡Qué lujo!
Nos sentimos como sus invitados de honor y no era para menos…
Son habitaciones sencillas aunque la habitación en sí es lo de menos. Esto no es un hotel. Esto es un proyecto especial en un lugar muy especial con una gente muy especial que consigue una cosa muy especial.
¿Me explico?
Los invitados aquí son los buitres. No eres tú.
Esto es algo (y sin exagerar) ÚNICO en el mundo. No hay otro lugar así en todo este p*t* planeta.
¿Ahora sí me explico? 😉
Aquí tienes el enlace de su web por si quieres saber más sobre ellos y su proyecto.
CHARLANDO A SOLAS CON BUITREMAN
Tuvimos la suerte y el honor de poder pasar la noche de Reyes con él y con Loly (adorable, atenta y también un poco loca – en el mejor sentido que pueda tener esta palabra – como Buitreman).
¡Qué gran pareja!.
Nosotros 2 y ellos 2. Nadie más.
Desde el minuto 1 me di cuenta de 3 cosas:
- Este hombre me cae bien. Muy bien.
- Es auténtico amor por la naturaleza y en especial por estos animales. Sino esto sería imposible.
- Sabe de lo que habla. ¿Quién puede conocer mejor a los buitres que una persona que lleva ya casi 30 años, repito…¡30 años! pasando TODAS las mañanas de cada día, 365 días al año como si fuera uno más entre ellos.
Buitreman es una persona de conversación fácil y palabra amable con el que puedes estar hablando sin darte cuenta durante horas.
Su historia personal, al margen de los buitres, es interesantísima.
Nos explicó que fue marino mercante y realizó muchas grandes rutas (la ruta del Pacífico, del Atlántico…).
Ha dado la vuelta al mundo y ha estado en más de 80 países a lo largo de su vida.
También hablamos sobre respeto a la naturaleza y energías renovables (a mi me apasionan, de hecho son mi trabajo actualmente).
Su casa es independiente energéticamente hablando y se autoabastece gracias a placas solares, baterías de almacenamiento, energía eólica y un par de grupos electrógenos.
Y como no, nos habló de 1000 curiosidades sobre el super-héroe de los cielos: el buitre.
Aprendimos que pueden pasar 3 semanas sin comer ni beber, pueden subir hasta 4.000m de altura sin problema (y más), tienen los huesos huecos para aligerar peso y poder planear o que no pueden comer mucha comida (+5 kg) porque si no luego no pueden volver a emprender el vuelo…
Y no me extiendo más porque esto ha empezando siendo un post y va a acabar siendo un libro. 🙂
Él no suele moverse nunca de su pueblo, Valderrobles, pero eso no le ha impedido, dado lo especial de su proyecto y de su personalidad, conocer a periodistas y fotógrafos de la National Geographic (creo que son los que le pusieron el nombre de Buitreman) o entablar una amistad con Frank de la Jungla.
El sol ya se estaba poniendo y salimos a la terraza a despedir el día.
Sacó el “telescopio” y se puso a buscar con nosotros si había algún “amiguete” por la zona.
Como se nota que los conoce. Después de darnos una rápida explicación sobre la situación del día de hoy (anticiclón, pocos vientos…) dedujo que seguramente estarían por una zona y …ZAS… consigue encontrar a un par encima de un árbol a lo lejos.
Jeni y yo llevábamos un buen rato tratando de encontrar a alguno y sin fortuna.
Para nosotros fue muy especial poder compartir en la terraza, sólo los 3, el atardecer de ese día tan mágico.
EL GRAN DÍA
No sé si tendrá algo que ver que era el día de los Reyes Magos, pero me desperté con una ilusión incluso mayor que la de un niño de 3 años.
Suena el despertador a las 7:30h. Te das una ducha rápida y subes a desayunar con Loly (por cierto ¡un MUY buen desayuno con mermelada casera hecha por ella!).
Buitreman hace rato que ha marchado a preparar el desayuno…para los buitres.
Sin salir de la misma casa (vaya lujo) subes a la planta de arriba. Estas en el Observatorio.
Hay unas normas estrictas pero sin ellas el proyecto sería inviable. Las acatas con gusto sintiéndote parte de este proyecto tan bonito.
- No gritar
- Vestir colores oscuros
- Sólo se puede llegar a la casa entre las 16h y las 21h (durante la mañana, NADIE, ni siquiera ellos puede salir de la casa).
- Fotos SIN flash
- No levantarse cerca de la ventana
- …
…vaya, cualquier cosa que pueda echar a perder el trabajo de tantos años para ganarse su confianza. NO hay que olvidar que todos los buitres que vienen aquí son salvajes.
Y de procedencias tan dispares como Pirineos, Teruel e incluso Portugal. Una tribu muy especial e irrepetible.
Son animales muy desconfiados y lo que sucede aquí es un milagro. Un milagro frágil que podría romperse.
Ansioso y tras seguir sus instrucciones, te sientas en el observatorio y preparas tu cámara (llévate varias tarjetas SD 😉 ).
¿Baterías? OK
¿Tarjetas? OK
Un poco nervioso buscas la mejor posición y ángulo (una vez llegan es mejor no moverse del sitio).
Van llegando los primeros invitados y se posan en algún árbol cercano. Saben que Moragrega no les fallará.
Alguno incluso se posa en la puerta o la valla de su casa.
Entonces me imagino que un buitre se posa un día en la barandilla de mi terraza y me quedo un rato alucinando.
Vuelvo a la realidad.
Cada vez van llegando más buitres, puntuales a su cita, y se crea un ambiente increíble.
La fiesta comienza cuando desde el observatorio adivinas la silueta de Buitreman detrás de la puerta y…1…2…3… La puerta se abre y cruza épicamente con una carretilla llena de despojos de conejos mientras sus amigos, los buitres, enloquecen, lo persiguen, incluso uno se sube a la carretilla (por lo que nos dijo siempre es el mismo – su mimado)…
Aquí tienes el vídeo que pudimos grabar nosotros desde el Observatorio.
Y mucho más bestia, así se ve el campo de batalla en primera persona (¡NO te pierdas este vídeo!, ten paciencia, la cosa se va calentando a medida que avanza 😉 )…
Es alucinante y parece que lo que estás viendo no es real.
Centenares de buitres compartiendo este singular desayuno.
Alguno está tan cerca que puedes verle perfectamente la cara, sus gestos, expresiones…
Y te sientes tan “cerca” de ellos. Como si fueras uno más.
Si esto te parece poco, al rato aparece Buitreman en el Observatorio y se sienta con nosotros a compartir este momento. ¡Qué suerte tuvimos! Estar a solas con él presenciando este espectáculo.
Su presencia y comentarios hacen incluso más intenso el momento.
A pesar de que él ve esto cada día, observa con los ojos bien abiertos y con gran interés.
Se nota que es pasión.
Al fin y al cabo, son sus amigos.
Y los reconoce.
Nos hace fijarnos en uno joven que tiene un ala mal. Lleva varios días intentando ayudarle. Hay días que según los vientos no puede volar hasta aquí y tiene que recorrer caminando TODO el valle para volver aquí. A casa de Buitreman y casa de muchísimos buitres.
Son 3 horas intensas en las que puedes ver momentos y situaciones muy difíciles de observar: ¡llegamos a ver una cópula! Un momento íntimo y que muy difícilmente va a suceder ante tus ojos en plena naturaleza.
Pregúntale a tus amigos cuantas cópulas de buitres han visto (ya te aviso que te van a mirar un poco raro). Creo que van a ser pocas… jejeje.
Pasan los minutos volando mientras observas cómo aterrizan, como interactúan entre ellos, se disputan un trozo de carne, se suben a alguna roca o rama como posadero mientras van digiriendo la comida con curiosos movimientos de su largo y desnudo cuello para ayudar a que baje el banquete.
Abren sus enormes alas de más de 2m para que se les seque la humedad acumulada durante la noche ahora que ya va despuntando el sol por la colina de enfrente.
Al cabo del rato y con las primeras corrientes térmicas un buitre decide marcharse y emprende el vuelo tras batir unas pocas veces sus enormes alas. Otro le sigue, otro y otro…
Un espectáculo salvaje y puro ver como van alzando el vuelo ¡a tan sólo unos 5 metros de ti!
Una vez se termina tu tiempo (nosotros nos hubiéramos quedado años ahí) bajas a tu habitación y cuando vas por el pasillo se te ocurre mirar por la ventana y ves esto.
Este lugar no deja de sorprendernos. Pura magia.
DESPEDIDA (Y HASTA PRONTO)
Es imposible que cuando te marchas de aquí, con una sonrisa que aún me dura hoy mientras escribo estas líneas (un día después) no te haya transmitido una buena dosis en vena de esa pasión por estos animales con una mala fama tan injusta.
Ni siquiera matan para comer y hacen una función de limpieza en la naturaleza muy importante cerrando el círculo de la vida.
Buitreman. Un hombre que cuando pronuncia la palabra buitre con sus labios, o mira a uno a los ojos se le ilumina la mirada, le crece una sonrisa y hasta se pone más guapo ;).
¡OLÉ TÚ José Ramón! Gracias por tu trabajo. Lo que haces nos inspira.
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¿Has visto alguna vez algo parecido? Que esto no se quede aquí y se convierta en una carretera de 2 sentidos. La conversación sigue en los comentarios aquí abajo…).
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