AVISO: este post es de una crudeza inusual. Puede cerrarte el estómago y, quizás, abrirte un poco los ojos. Vas a ver la vida y la muerte dándote una bofetada en la cara.
Aquí nada tiene que ver con tus costumbres ni tus creencias más profundas.
Cuando viene la muerte a visitarnos, nosotros miramos a otro lado.
Aquí la gente mira a la muerte de frente y convive con ella. En el mismo espacio. En el mismo momento. Con toda naturalidad y sin torcer el gesto. Mientras el reflejo de las llamas de su familiar ardiendo les ilumina la cara…
[Contiene fotos explícitas que pueden herir tu sensibilidad]
¿Te ha pasado alguna vez llegar a un sitio al que nunca has estado y que te suene familiar?
Varanasi es uno de ellos.
Seguro que has visto alguna foto de aquí. Aunque no la recuerdes.
Seguro que si un amigo tuyo ha ido a India te ha hablado de esto.
Seguro que lo habrás visto en algún fragmento de un documental.
Pero esto no es un documental. Es tan real como la muerte.
Llegamos aquí preparados para todo y esperando lo mejor…y lo peor. Dispuestos a fluir con la magia del lugar y en guardia para recibir los puñetazos de realidad.
¿Preparados para todo?
Un día antes habíamos cruzado la frontera de Nepal con India con una amiga de Boston que hicimos en el circuito de los Annapurnas. Antes de dejar su trabajo era consultora de viajes en una agencia y estaba especializada en India.
Conocía muy bien este país (no me preguntes cómo pero había conseguido un visado de 10 años) y aprovechamos para hacerle preguntas y para que nos ayudara a hacer un recorrido que no fuera muy suicida debido a que ahora es temporada calurosa (¡nivel India! – 46 grados) y de monzones.
Cuando le dijimos que nuestro primer destino era Varanasi se le escapó una sonrisa pícara y nos dijo con su acento americano: “¡Wow! Si India es intensa, esto es comenzar full on!” (La traducción pachanguera de full on sería algo así como: “a saco/a todo gas”).
Nos miramos y tragamos saliva. Apretamos los dientes y finalmente se nos dibuja una sonrisa:
“¡Pues habrá que ir full on!”
Índice clickable
La primera bofetada
Llegamos a Varanasi y nos recibe con sus más de 40 grados, sus vacas, olores y rickshaws.
Preparados para todo y esperando lo inesperado empezamos a caminar por Ashi Ghat, uno de los extremos de los Ghats de esta ciudad.
Se ve todo bastante tranquilo, vamos comentando que no es para tanto, debe ser que no es temporada… cuando de repente, distraídos, casi pisamos un “saco” naranja con 2 palos de bambú en los lados.
No es un “saco”.
Se trata de una persona muerta envuelta en un sudario naranja y sus familiares alrededor.
ZAS. Por poco. Menos mal que no lo hemos pisado.
¿Te imaginas?
El cuerpo está en medio de la calle. Entre niños jugando a cricket, vacas y cabras buscando comer alguna flor de las ofrendas y gente como nosotros paseando a orillas del Ganges.
Nos pilla totalmente por sorpresa y entonces averiguamos que hemos llegado al primero de los 2 crematorios que hay en Varanasi. Éste es el más humilde.
Seguimos caminando.
Vemos una gran hoguera y le hacemos una foto. En seguida viene un indio (de la casta de los Dom según nos indica, los encargados de estos ritos) a decirnos que no hagamos fotos por respeto a las familias.
Le contestamos que sólo hemos visto una hoguera sin nadie muerto y por eso hemos hecho la foto.
Nos contesta: no. Hay un cadáver entre toda esa leña ardiendo con unas llamas enormes que suben varios metros hacia el cielo.
Miramos nuestra foto y al hacer zoom nos damos cuenta. Se ven unos pies que sobresalen de la pira funeraria entre las llamas.
Ups. Tragamos saliva.
Decidimos sentarnos en un banco que hay a modo de “mirador” y nos quedamos extrañamente hipnotizados ante estos rituales.
Al rato oímos unos cánticos y es un grupo de hombres que baja a un muerto envuelto en el sudario naranja. No sabemos porque pero oír ese mantra nos transmite una sensación de paz y serenidad extrañas.
“Rama nama Staya hai” (que significa “el nombre de dios es verdad”).
Envidiamos su capacidad de enfrentarse a la muerte.
No vemos lágrimas ni sollozos entrecortados. Algunos parecen incluso felices.
Dejan el cuerpo en la orilla del Ganges, o la “madre Ganga” como le llaman ellos, para que el agua purifique el cuerpo antes de proceder a quemarlo.
Para nosotros es todo muy intenso y vamos tratando asimilar poquito a poco.
Cuando parece que la cosa no puede ir a más vemos como una familia sube a una barquita un cuerpo atado a una losa . El cuerpo no es muy grande por lo que debe ser un niño.
Reman hasta el centro del río y uno de ellos, después de mirarlo por última vez, lo arroja al agua.
Es de esos momentos tan intensos que ves a cámara lenta y parecen irreales. Como un sueño extraño.
5 minutos después vuelven remando a la orilla.
No podemos evitar empatizar con esa familia y tratar de sentir lo que sienten. Nos ponemos instintivamente las gafas de sol y nos quedamos en silencio.
El indio de la casta Dom nos explicaría después que hay 5 casos en los que no se incinera el cuerpo:
- Los niños menores de 12 años. Porque son almas puras y tienen que volver al mundo de los vivos.
- Las mujeres embarazadas. Porque llevan a un niño dentro.
- Los leprosos
- Los que han sido picados por una cobra (animal sagrado). Les ponen una etiqueta con el nombre, motivo de la muerte… para que un sadhu los encuentre y les libere del veneno.
- Los hombres considerados santos como los brahmanes
Nos fijamos que hay varias personas envueltas en unas telas blancas y con la cabeza rapada dejando sólo una fina coletilla detrás de la cabeza.
Se trata del familiar que se encarga de prender la hoguera que consumirá el cuerpo de su padre, madre o hermano.
Cada vez que vemos uno se nos parte el alma.
Después de mucho rato viendo más cremaciones y todo el contexto decidimos seguir caminando.
Tratamos de conversar entre nosotros para compartir nuestras sensaciones cuando al poco se nos junta una de las muchas personas que no paran de saludarte preguntándote si es tu 1a vez en Varanasi, de dónde vienes…
Sigue caminando con nosotros hasta que llegamos a un lugar donde nos indica que en breve realizarán una puja (ceremonia). Cada día a las 7 de la tarde realizan varias en distintos ghats.
Decidimos sentarnos en un buen lugar y no paran de llegar indios (no hay casi turistas en esta época) con cara de ilusión.
Comienza la ceremonia y tiene un aire mágico. Mirando al Ganga 5 “monjes” realizan más de 1 hora de ritual en el que usan fuego, pétalos de flores, agua… en una coreografía muy teatral.
Mientras, el sonido de unas campanas incansables y la música con cánticos sagrados embotan sin darnos cuenta nuestros sentidos.
Antes, durante y después de la ceremonia muchos (¡muchos!) indios se nos acercan para pedirnos un selfie con ellos. Nos sentimos famosos.
Aquí todo es muy intenso y no tienes ni un segundo de descanso.
Vamos a cenar agotados y tratando de interiorizar. ¿Por fin descanso?
No. Eso no existe en las calles de Varanasi.
Un camarero indio que apenas habla inglés trata de enseñarnos a hablar indi… Su amabilidad en este momento tan agotador se nos pega al cuerpo como la humedad del ambiente y acabamos exhaustos.
Mañana será otro día…
Segundo y brutal asalto
Nos despertamos con la sensación de haber soñado intensamente con el día anterior. Sueños de fuego, muerte y vida.
Decidimos volver a pasear por los ghats y llegamos de nuevo al primer crematorio que te encuentras si vas caminando desde Ashi Ghat hacia el “main Ghat”.
La “fiesta de la muerte” nunca descansa y podemos ver varios rituales en distintas fases: una gente preparando la hoguera, una persona con un palo tratando de que arda bien el cadáver.
Si no consiguieran quemarlo completamente deberán pagar más leña y la gente de este crematorio suele ser la más pobre.
Vemos incluso a una persona haciendo fotos al cadáver de su familiar que yace a orillas del Ganges. Adivinamos a verle el rostro y parece simplemente que está dormido tranquilamente a la espera de su destino.
Una última foto que suponemos es para compartir con los familiares que no han podido asistir a la ceremonia.
Nos sentamos y al poco se nos acerca una persona de la casta Dom. Charlamos con él mientras nos va explicando cosas sobre este crematorio y el ritual en general:
- Se necesitan unos 300 kg de leña por cremación.
- El fuego dura unas 3 horas hasta consumir el cuerpo. Luego tiran las cenizas al Ganges.
- Se realizan unas 200 (¡!) cremaciones (entre los 2 crematorios) por día.
- Aquí viene gente de toda India (me gustaría saber como los traen).
- A las mujeres no les dejan asistir a la cremación (son “sensibles” y su llanto puede hacer que alma no marche). También nos han dicho que han habido casos de mujeres que se han arrojado a la per de su marido. [Transcribimos literalmente sin juzgar ni dar nuestra opinión]
- Si se ha muerto la mujer es el marido quien prende la llama y sino el hijo mayor.
- Si se ha muerto el hombre es su hijo mayor.
[…]
Después de un largo rato de charla con los ojos clavados en los rituales seguimos caminando.
Lo que nos esperaba ahora no nos lo podíamos imaginar…
Poco antes de llegar al segundo crematorio (Manikarnika), mucho más grande y con mucha más “vida”, se nos acerca un pequeño indio amable que resulta ser (según dice) también de la casta de los Dom.
Vamos charlando con él, avanzando casi sin darnos cuenta y … nos vemos inmersos en pleno centro del crematorio.
Es algo dantesco. Hay varios niveles con diferentes fuegos (a mayor altura más cara resulta la cremación), mucho movimiento de gente y madera, familiares, olores, una música que suena como una letanía repetitiva y lejana…
Normalmente la gente no entra aquí (sin él no nos dejarían estar y nos habrían echado muy rápido). Tenemos la extraña sensación de ser unos privilegiados por poder presenciar esto tan intensamente.
A mi, no sé muy bien porqué, me recuerda a la película de Indiana Jones donde a una persona le arrancan el corazón en un ritual rodeado de fuego sobrecogedor.
Hay fuego y humo por todas partes.
De repente, nos aparta una comitiva que literalmente casi choca con el muerto que cargan en sus hombros con nosotros.
Nos miramos y por un momento nos quedamos sin aire.
Vamos recorriendo la zona de cremaciones y subiendo niveles. Paramos un momento y charlamos un rato mientras el humo de la cremación (sí, el humo que produce el cuerpo al arder) nos da en la cara hasta el punto de dejarnos ciegos.
La luz de las llamas ilumina parpadeante nuestros rostros.
No puedo explicarte con palabras lo que sentimos allí.
Seguimos subiendo hasta llegar a lo que llaman fuego eterno. Un braman con los ojos cerrados va recitando mantras mientras arroja algo que no conseguimos saber que es al fuego.
Según nos cuenta, este fuego lleva 4.000 años sin apagarse y es el fuego de Shiva.
Es el fuego con el que todo el mundo quiere arder para librarse del ciclo de reencarnaciones, convertirse “en uno” con Brahma y alcanzar el moksha.
Se ve todo desde arriba y con los cánticos de fondo te sumerges al 100% en la atmósfera.
Vamos por pasillos cargados de montañas enormes de leña.
Vemos fugazmente a gente cargando y descargando leña. El familiar encargado de una cremación, envuelto de blanco y con el pelo rapado con una coletilla, cruza su mirada con la nuestra.
Parecemos nosotros más impresionados que él que seguramente acaba de quemar a su padre o su madre y espera paciente a que el fuego consuma su cuerpo.
Nos lleva a una repisa donde nos sentamos a ver el “espectáculo”, cogemos aire y seguimos charlando mientras con un ojo vamos mirando la coreografía de la muerte un poco más abajo
¿Buen karma?
Finalmente, nos comenta que le encanta poder compartir con nosotros todo esto que es nuevo para nosotros. Nos habla de la importancia del buen karma y nos dice que podemos comprar leña para las familias que no pueden permitírselo.
Dudo un segundo pero le digo que no llevamos dinero encima porque es de noche y nos da miedo que nos roben.
No tengo nada claro que ese dinero vaya a parar a los pobres. De hecho éste es el crematorio de los ricos. Los pobres lo hacen en el primero que vimos o directamente tiran los cuerpos sin quemar al agua. La leña necesaria – hasta 360 kg- es muy cara para muchos.
Agotados y llenos de sensaciones decidimos ir volviendo hacia nuestra guest house.
Ya es suficiente por hoy.
¿Suficiente? De camino un baba me pinta la frente y me desea buena suerte.
Un anciano me da la mano… y empieza a hacerme un masaje en la mano.
Uso las últimos fuerzas que me quedan para lanzarle una sonrisa y decirle que ahora mismo no necesito un masaje en la mano. Quizás en el alma…
¡No hay descanso! Cada minuto parece eterno y caben muchos más momentos en cada segundo que en una hora “normal”.
Después de algunos selfies que nos piden los locales conseguimos llegar a la cama…
Otra perspectiva. Paseo en barca al amanecer.
Una de las mejores cosas que puedes hacer aquí es coger una barca antes de que salga el sol y ver como despierta esta ciudad mágica y sagrada.
Pasamos cerca de la orilla y vemos esto:
Seguimos deslizándonos en silencio por el agua y vemos gente haciendo pujas en el agua al amanecer.
Niños pescando.
Meditaciones hacia el sol.
Gente lavándose.
Grandes grupos nadando y riéndose.
Vida en estado puro que contrasta con lo que acontece en los crematorios.
No todo son cremaciones en Varanasi. Te dejo varias imágenes que creo que valen más que 1.000 palabras.
Si quieres “vivirlo en directo”, aquí lo tienes en vídeo…
La orilla oculta del Ganges.
Ya nos vas conociendo y sabes que nos gusta ir siempre un poco más allá.
Somos curiosos por naturaleza. Nos gusta explorar y saber que hay allí donde alcanza nuestra mirada.
(Quisimos inventarnos un “trekking” en Varanasi).
Decidimos hacer la locura de ir caminando hasta la otra orilla cruzando un puente y volviendo por el otro puente. Una “ruta” circular de casi 30 km a una temperatura de más de 40 grados.
(Esto no es una recomendación, si quieres ver la otra orilla utiliza una barca para cruzar el río).
Pensábamos que ya no era posible pero esto nos impresiona aún más que todo lo anterior.
Vamos caminando y nos encontramos con un primer un hueso en la arena.
Luego un poco de pelo y .. ZAS… un esqueleto medio envuelto flotando a 2 m de la orilla.
Cuesta mantener el tipo y que no te impresione.
La mezcla de calor intensísimo y lo que ven tus ojos es algo difícil de digerir. El olor no ayuda.
Seguimos avanzando por esta macabra ruta y encontramos más cuerpos
También vemos pescadores pescando con sus redes justo al lado de otro cuerpo flotando en la orilla. ¡Justo al lado!
(Nota mental: no voy a pedir pescado en esta ciudad.)
Finalmente decidimos que ya es suficiente y negociamos con un pescador para que nos lleve en su barca a la otra orilla.
¿Fin?
Varanasi es una ciudad que se te clava en el cuerpo, el corazón y en el alma. Intensidad pura.
Curiosamente, ver estos rituales y la muerte tan de cerca me dieron unas ganas locas de vivir.
Siempre lo digo, pensar en la muerte es pensar en la vida.
¿TE ANIMAS A ESTA AVENTURA? | |
---|---|
Encuentra el vuelo más barato | |
Reserva hoteles al mejor precio | |
Consigue aquí 25 euros de descuento en tu 1a reserva de Airbnb | |
¿Necesitas algo para tu próximo viaje? Encuéntralo en Amazon (afiliado) | |
Contrata tu seguro de viaje aquí y llévate un 5% de descuento |
Y tú… ¿has estado alguna vez en Varanasi o te gustaría ir? ¿Conocías la “orilla oculta” del Ganges?
¡Cuéntanoslo en los comentarios compañero! (Buen karma 😉 )
Deja una respuesta