Hay miradas que sabes que no olvidarás nunca.
La de un delfín es una de ellas.
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¿Cómo sucedió? Una bonita historia…
Vamos al principio… François, un chico francés nos recomendó ir a Jackson Bay (Nueva Zelanda) porque era posible que pudieramos nadar con delfines en libertad.
¡Gratis y por libre!
A pesar de que teníamos que desviarnos bastante (es un camino de una sola dirección) y de que no teníamos garantías (él ni siquiera había ido y ya sabes como es ver animales en libertad: una lotería) no tuvimos ni que hablarlo entre nosotros.
Bastó una mirada para saber que íbamos a ir.
Madrugamos a las 6h y llegamos muy pronto al lugar. Antes de ver nada hemos notado que es uno de esos lugares que desprende una energía especial. Una calma total pero con la sensación de que hoy iba a ser un gran día.
Uno de esos días en que todo es poesía.
Circulando por la carretera que bordea el mar Jeni ha gritado de repente: DELFINES!! Son esos momentos en los que el tiempo pasa a cámara lenta y tus percepciones se multiplican. Yo iba conduciendo así que no podía verlos, he parado el coche y… SÍ.
He visto 2 aletas y el sonido hueco de su respiración. Ese pequeño geiser que expulsan sus espiráculos cuando suben a la superficie a respirar: “pffff….”
Piel de gallina, corazón que se empieza a desbocar y chute de endorfinas.
Nos hemos quedado un buen rato mirándolos desde un pequeño acantilado al lado del mar donde podíamos parar bien el coche.
Embobados, nos hemos quedado viendo su baile elegante y perezoso. Dando vueltas en círculos como queriendo darnos la bienvenida.
Parecía que decían:“no tengáis miedo, venid al agua. Queremos conoceros”.
Cómo no, hemos hecho caso de su llamada. Nerviosos nos hemos puesto los bañadores, cogido máscara y snorkel y nos hemos acercado al agua después de andar torpemente entre las rocas enormes que nos separaban de ellos.
No habíamos contado con un pequeño detalle en nuestro plan. En el transcurso de nuestro trayecto en bañador entre el coche y la orilla nos han masacrado literalmente las sandflies.
Hemos tenido que dar la vuelta hasta el coche.
Segundo asalto
Decidimos acercarnos a la orilla, esta vez con repelente y ropa para quitarnosla justo antes de entrar al agua.
Tenemos una combinación de miedo e ilusión.
No se me ocurre un cóctel con mejor sabor. Una bebida que te la tomas y te quedas lleno. Lleno de vida.
No sabíamos si era buena idea meterse por esas rocas, con la corriente, sin saber cómo iban a reaccionar los delfines… Finalmente la ilusión vence al miedo y entro al agua.
“¡No! No veo nada”.
La visibilidad debajo del agua es muy mala (menos de 1 metro) así que decido abortar misión por segunda vez. Además el agua está fría.
Tercer asalto
Cuando ya nos íbamos a dar por vencidos aparece una pareja holandesa que nos pregunta por los delfines (ellos seguían a pocos metros enfrente nuestro dando vueltas como si fuera parte de un ritual que no llegábamos a comprender). Les respondemos que lo hemos intentado pero no hemos podido nadar con ellos.
Nos dan una (GENIAL) sorpresa diciéndonos que un kilómetro más adelante han conseguido nadar con ellos.
“Thank you”.
Nos subimos al coche y vamos para allá sin pensarlo. Vemos una playa de rocas y… más de 10 aletas de delfines asomándose y dándonos la bienvenida.
Ahora si.
Decido meterme yo primero y Jeni, que vé la escena desde la orilla lo ve claro.
Se quita la ropa y se lanza conmigo al agua.
Cantamos canciones debajo del agua para despertar su curiosidad y…¡Funciona! Un delfín se acerca directo hacia ella a menos de 1 metro.
Jeni deja de cantar. Se ha quedado sin respiración.
Siguen acercándose más delfines y es una auténtica fiesta. Al rato nos damos cuenta que habíamos olvidado la sensación de frío y nos invade una tiritera.
Es hora de salir…
Con una sonrisa que nos llega hasta la nuca. Felicidad en estado puro.
Al poco llegan los holandeses, compartimos con ellos el momento vivido y vemos como van al agua. Quieren repetir la experiencia.
Nosotros también. Ya secos volvemos al agua y compartimos unos momentos de nuestras vidas con nuestros nuevos amigos del mar.
Esta vez consigo verlos muy de cerca (Jeni había tenido un poco más de suerte que yo en el anterior intento).
Más que satisfechos y muy felices (y con mucho frío) salimos del agua, nos secamos, compartimos la alegría. Sacamos las sillas, las ponemos cerca de un un lugar un poco elevado en el lado de la carretera y se convierte en un mirador perfecto para acabar de despedirnos de los delfines.
Y todo esto la mayor parte del tiempo solos. Lo que intensifica la experiencia.
Nota: la última vez que vinimos a Nueva Zelanda (2011) contratamos un Tour.
No tuvo nada que ver…
Subirse a un barco , un montón de personas, todo tan dirigido y sin margen a la improvisación y al dejarse llevar.
En esta ocasión hemos dado tiempo a la experiencia y a las sensaciones brotar. Gota a gota.
Esta vez no nos ha costado nada (de dinero, el conseguirlo ha costado más pero eso ha dado más valor a la experiencia).
Pero ha sido mucho más puro, real, íntimo e intenso.
Gastarse más dinero no es sinónimo de mejor experiencia. Especialmente con la naturaleza y los animales.
¿Te gustaría vivir esta experiencia a ti también?
Sigue leyendo y te explicamos todas las claves…
Ficha técnica
Actividad: Nadar con delfines por libre en Nueva Zelanda
Lugar: Jackson’s bay (Isla sur)
País: Nueva Zelanda
Tiempo: hasta que los delfines quieran ?
Dificultad: Fácil (tienes que saber nadar bien, ser precavido con las corrientes y ser respetuoso con los delfines).
Lo que menos nos gustó
- Las sandflies (unos mosquitos muy pequeños pero que su picadura es jodida).
Lo que más nos gustó
- Poder nadar con delfines salvajes en libertad. (¡BRUTAL!) 🙂
- Poco conocido = poca gente.
- Bahía de aguas tranquilas.
Cómo llegar
Jackson bay es un pequeñísimo pueblo pesquero situado en la costa oeste de la isla sur de Nueva Zelanda. La carretera que llega hasta el pueblo muere aquí, no es un lugar de paso.
Lo que hace que no esté nada masificada y sea desconocida para mucha gente.
Desde el sur del pueblo de Haast hay una carretera de 24km que acaba en esta bahía. Sabrás que has llegado a Jackson bay porque tras un tramo interior, la carretera se abre al mar.
Cuando llegues aquí abre bien los ojos porque los delfines están nadando en estas tranquilas aguas a pocos metros de la orilla.
¡Suerte compañero! 🙂
Donde ver y nadar con delfines
Desde que la carretera llega al mar hasta Jackson bay hay un tramo de 4km que discurre en paralelo al mar. En todo este tramo pueden haber delfines pero sobretodo hay delfines en los primeros 2 km.
Donde nadamos con ellos fue en la primera playa que te encuentras al llegar a la bahía. A la derecha de la carretera hay una pequeña explanada de tierra donde puedes aparcar y bajar a la playa.
Al principio hay rocas pero el fondo es de arena lo que hace fácil el acceso.
A pocos metros de la costa vimos un grupo de 10 delfines hector nadando ante nosotros. Sólo poder verlos de tan cerca sin necesidad de contratar un tour o un barco ya hace que merezca la pena venir hasta aquí.
¿Cuando es marea alta?
Nosotros vimos los delfines en marea alta. Suponemos que es porque cerca de la costa en marea alta hay mas profundidad y se pueden acercar más a la orilla. Cuando la marea bajó los perdimos de vista. No sabemos si esto siempre es así o fue casualidad.
Si quieres consultar las mareas aqui tienes la web: http://www.metservice.com/marine-surf/tides/jackson-bay
Dificultad
El acceso a la playa es fácil, el fondo es de arena y el principio no era muy profundo.
Al ser una bahía no había casi oleaje. Podíamos verlos cerca nuestro con el agua por la cintura sin esfuerzo. La temperatura del mar en verano no era muy fría. Nadamos con ellos en enero (el verano de Nueva Zelanda). Si no quieres meterte en el agua, poder verlos desde la costa es igualmente un espectáculo natural que merece la pena presenciar.
La visibilidad bajo el agua no era buena pero ver como su lomo, su aleta y sus ojos se acercan y te miran curiosos y divertidos es suficiente para que la emoción se apodere de ti y pienses: “Ha merecido la pena venir a aquí”.
Época recomendada
La mejor época para verlos o nadar con ellos es en el verano neozelandés (diciembre, enero y febrero). En esta época los delfines Héctor permanecen más cerca de las costas por lo que es más facil su avistamiento.
Recomendaciones
Ten en cuenta que vas a nadar con animales salvajes. Su comportamiento es imprevisible y SIEMPRE debes ser precavido y respetuoso.
- NUNCA trates de tocarlos.
- NO te acerques hacia ellos. Deja que sean ellos los que se acerquen a ti (esto aplica siempre para todos los animales salvajes). Si te acercas tú se pueden sentir amenazados o simplemente marcharse.
- Despierta su curiosidad “cantando” canciones debajo del agua, haciendo burbujas, chapoteos…
- Vigila con las corrientes. Cuando fuimos nosotros no habían pero debes tenerlas siempre en cuenta y aprender a leerlas.
- Si tienen crías sé aún más respetuoso.
¿Sabías qué…?
- Jackson Bay es una de las pocas zonas de cría que se conoce donde las hembras delfin están con sus pequeños cuidándolos. Aquí las mamas delfines se sienten seguras en estas aguas poco profundas.
- El delfin Héctor sólo habita en la isla sur de Nueva Zelanda.
- En Jackson Bay vive también una colonia del también rarísimo pingüino de ojos amarillos (aunque son dificiles de ver).
- Eso significa, que en este lugar podrías ver a 2 animales endémicos que sólo habitan en este pais. 2 animales que no están en ningún otro lugar del mundo.
Aquí tienes un vídeo que te hemos preparado con TODOS los detalles. ¡Disfrútalo!
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¿Te han entrado ganas de vivir algo así? Si tienes cualquier duda escríbenos en los comentarios y te la respondemos…
¿O has nadado alguna vez con delfines? Te esperamos abajo en los comentarios… 🙂
Luis Muñoz dice
Gracias por esa excelente información. Mañana paso por haast con mi bici Me acercaré a intentar esa experiencia fantástica. Buen blog.
montanerosviajeros dice
Nos alegra mucho que te sea útil esta información. Ya nos contarás qué tal tu experiencia. ¡Suerte y un abrazo!
Begoña dice
Eeeeyy chicos!!
Ya estoy de nuevo por aquí… 😀
Ya tenía ganas de recuperar esta buena costumbre de comentaros y pasar un ratico en vuestra web. Que da un gustazoo.
Me ha encantado el artículo. A mí sí que me habéis dejado con la piel de gallina al leeros. Emocionadica me hallo, nadar con ??? en libertad pero de la güena, jejeje 😀
Y jooodo con las sanflies de los cojones, jajajaja, la hostiaaa… yo habría sido plato de buen gusto para ellas, jajajaj. Siempre me acribillan los mosquitos tropicales y los no tropicales también, jajaja.
Gracias parejaaa!! Abrazoooo!!
montanerosviajeros dice
¡Hola Begoña! 🙂 Un placer y un honor verte por aquí… Para alguien que ame los animales nadar con delfines en libertad es una de las experiencias más brutales que se me ocurren. Sentir que has llamado su curiosidad, ver como se acercan, asoman sus ojillos por encima del agua y te miran directamente a la cara…conexión total y salvaje.
¡2 abrazos bien fuertes!