¿Te imaginas que no hubiera un mañana?
Que hoy fuera el último día de tu vida.
Para mucha gente hoy será su último día.
El tiempo está corriendo (deathclock.com) mientras tú estás ahí sentado leyendo blogs o naufragando por tus redes sociales.
La muerte pone todo en perspectiva. Nunca me he sentido más vivo que tras presenciar la muerte. Entras en modo “alerta” y todo cobra una intensidad abrumadora. Dicen que no valoras algo, DE VERDAD, hasta que lo pierdes.
Pues con la vida pasa igual. Evidentemente no me refiero a perder tu vida (o también, imagínate todo lo que pensarías si estuvieras a punto de perderla, para siempre).
No me da miedo la muerte. Y no me estoy haciendo el valiente. Me da miedo no vivir.
Siempre que tengo que tomar una decisión importante o valorar algo que me preocupa pienso en la muerte y todo se vuelve tan pequeño y tan grande a la vez. Perspectiva pura.
Porque a veces hay vidas que te matan lentamente…
Así que no seas tú quien muera a los 25.
Pasan los días y parecen un “corta y pega” del día anterior haciendo cosas en automático. Días que te quitan tu energía y te apagan.
Piensa por un segundo: ¿Cuándo empezó todo esto? ¿En qué momento dejaste ir las promesas que te habías hecho de niño?
Un día, leí por ahí que le preguntaron al Dalai Lama que era lo que más le sorprendía de la humanidad, y respondió:
“El hombre, porque sacrifica su salud para ganar dinero”
“y cuando lo consigue sacrifica su dinero para recuperar la salud”
“y esta, tan ansioso por el futuro que no disfruta del presente”
“el resultado es que no vive ni el presente ni el futuro, vive como si nunca fuera a morir, y entonces muere sin haber vivido realmente nunca”
Pues creo que tiene razón…
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EL CONFORT NO RECONFORTA
“ A un rey le obsequiaron dos pichones de halcón. Éste, los entregó inmediatamente al maestro de cetrería para que los entrenara.
Después de varios meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba bien educado, pero no sabía qué le pasaba al otro. Desde que había llegado al palacio, no se había movido de la rama, incluso había que llevarle el alimento.
El rey mandó llamar a sanadores y curanderos pero ninguno pudo lograr que el ave volara. Desesperado, hizo público un edicto en el que proclamaba una recompensa para aquel que hiciera volar al halcón.
A la mañana siguiente, el rey vio al ave volando en sus jardines.
– Traedme al autor de este milagro.
Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:
– ¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres mago?
– No fue muy difícil – explicó sonriendo el hombre. – Tan solo corté la rama. En ese momento al ave no le quedó otra alternativa que echar a volar.”
Me encantan las fábulas porque tienen una fuerza enorme para transmitir imágenes e ideas. ¿No crees?
Lo que quiere enseñarnos este pequeño relato es que si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, nunca sabremos lo lejos que habríamos sido capaces de llegar.
Crecemos al salir de la zona de confort.
Cuando nos atrevemos a explorar nuevos horizontes o ir tras nuestros sueños es cuando podemos vivir nuevas experiencias que enriquecen nuestra vida.
Por desgracia, el 90 % de la gente (me acabo de inventar esta estadística, igual son más 😉 ) prefiere quedarse en su zona de confort, ese espacio en el que se sienten más o menos cómodos y seguros.
En esta zona están todas las cosas a las que estás habituado. Tus costumbres y rutinas, las mismas personas con las que normalmente te juntas y los lugares que sueles frecuentar.
Si no lo piensas mucho puede parecer genial (es una dulce anestesia). Pero si lo piensas bien, no te garantiza ni felicidad ni que al final de tu vida no tengas arrepentimientos.
Todo lo contrario. Mantenerte en esta zona no te permite descubrir nada nuevo y te limita. Y así, es posible que mueras un poco cada día.
Recuerda que la vida comienza donde termina tu zona de confort.
Por cierto, en esta zona el tiempo pasa más deprisa.
¿Recuerdas cuando eras pequeño que los veranos eran eternos? ¿Y entre cada cumpleaños parecía que pasaba un siglo y no un año?
Cuando somos pequeños o adolescentes tenemos alguna experiencia totalmente nueva cada hora del día y nuestros recuerdos de esa época son detallados.
Sin embargo, en cierto punto en la edad adulta, el tiempo parece empezar a pasar con mayor y mayor rapidez cada vez. Cada año que pasa la experiencia se convierte en una rutina automática de la que apenas somos conscientes y los días y las semanas se diluyen en nuestro recuerdo hasta convertirse en unidades carentes de significado.
Aquí lo explican de una forma muy visual e interesante.
Y cuando vemos, de repente, las decoraciones navideñas nos sorprendemos diciéndonos “¿se está acabando este año ya? ¡pero si parece que acaba de empezar!”
La única forma que conozco de combatir esto es vivir experiencias nuevas y aventuras con frecuencia. Salir de nuestra zona de confort. Salir a la montaña o de viaje y exponernos a nuevas experiencias y retos.
Es uno de los motivos por los que la gente que ha marchado a realizar un viaje largo (una vuelta al mundo o un año sabático por ejemplo) sienten que han “vivido mucho” y todo ese tiempo les cunde infinitamente más. Y son capaces de recordar con detalle lo que hicieron el jueves pasado. ¿Tú lo recuerdas?
Cada día viven experiencias nuevas, quitan el modo “piloto automático” y entran en modo “niño”. Igual no puedes hacer tu vida más larga pero está en tus manos hacerla más intensa.
Llenar tus años de vida antes de que tu vida se llene de años. Yo siempre pienso que no es cuestión de cantidad sino de calidad.
Recuerda que no creces simplemente porque pasen los años, sino por los retos que enfrentas.
DEJA DE ESPERAR
Nos pasamos la vida esperando. Siempre esperamos algo. Esperamos el autobús, tiempos mejores, un ascenso, una gran oportunidad o que nos suceda algo extraordinario y así pasamos la vida, esperando que algo nos suceda, sin darnos cuenta que la magia está aquí y ahora. La magia está en estar vivos.
Y así, esperando, vamos dejando pasar muchas oportunidades. Claro, no es lo que esperábamos…
Nos cuesta entender que la mayoría de las veces las cosas no sucederán tal y como las hemos planeado o fantaseado, que la vida no está para cumplir al pie de la letra nuestros caprichos, pero sí está para enseñarnos, para hacernos fuertes y valientes para ir a buscar eso que deseamos.
Nos cuesta entender que si nos quedamos inmóviles, de brazos cruzados, nada nos sucederá. Necesitamos movimiento. Ir de un lugar a otro buscando eso que nos llena.
Tenemos que entender que tendremos que pasar por lugares y momentos que nos nos van a gustar, pero que serán parte del camino a nuestra felicidad.
Tu mayor pesadilla es no dar el paso nunca.
Deja de esperar. La oportunidad más grande ya la has recibido y se llama vida. Y ahora te toca moverte…
NUNCA ESTARÁN TODOS LOS SEMÁFOROS EN VERDE (¡MÁRCHATE!)
Se acercan las vacaciones y te imaginas marchando a vagabundear por el mundo.
Te imaginas en Borneo internándote en sus profundas selvas a la búsqueda de la mirada furtiva de un orangután.
Te imaginas tus aventuras en la Patagonia viendo pingüinos o como se desprende un glaciar con un sonido estremecedor.
Te imaginas recorriendo Tailandia en moto con el aire caliente y húmedo en la cara y el fresco aroma de lo nuevo.
Te imaginas todas estas aventuras y muchas más con una sonrisa que cruza tu cara.
Y de repente, estas sucesiones de imágenes desaparecen tan rápido como han venido. Porque alguna cosa vendrá a ahogar tus ganas de escapar y sentirte libre y decidirás dejarlo para mañana.
Pero ya lo sabes, te voy a decir un secreto…
¡No hay un buen momento para marchar!
Siempre tendrás una razón válida para quedarte en casa instalado en tu pequeño mundo confortable ya que siempre podrás encontrar una excusa válida para pensar que no es el buen momento de partir.
Hoy quizás no es el día indicado, pero mañana tampoco lo será.
Mañana, seguirás teniendo facturas que pagar.
Mañana, seguirás teniendo algo que hacer.
Mañana, seguirás sin saber si has tomado la decisión correcta.
Mañana, seguirás sin saber inglés.
Mañana, encontrarás una nueva excusa para no marchar.
Mañana, alguien de tu entorno sembrará más dudas en tu cabeza.
Mañana, seguirás temiendo cosas malas que te pueden suceder en ruta.
Mañana nunca será perfecto.
Cuando llegue mañana te dirás:
“Hoy no es el buen día. Marcharé mañana.”
Pero mañana no llegará nunca. Ya que mañana seguirá siendo igual de difuso que el hoy.
Y un buen día te darás cuenta que ya no hay mañana.
Tus recuerdos y tu ánimo estarán llenos de tristeza y arrepentimiento.
Un consejo, deja de esperar.
Deja de encontrar excusas. Ya que nunca será el buen momento de partir.
Olvida el mañana, hoy es tu día.
Márchate, simplemente.
No esperes a mañana. Quizás no habrá un mañana.
En este post no te pido tus comentarios (aunque estaré encantado de oír tus ideas, sensaciones o experiencias).
Me conformo si te quedas un rato pensando en esto y en como aplicarlo en tu vida. Yo también voy a hacerlo.
elia dice
gracias.muchas gracias.
montanerosviajeros dice
Muchas gracias a ti por leernos! 🙂
yolanda dice
He disfrutado mucho leyendo el post , ahora me toca reflexionar jeje … Gracias chicos!! Con vosotros al fin del mundo y mas allá!!!
montanerosviajeros dice
¡Gracias! ¡Hasta el fin del mundo y muuucho más allá!
maria dice
Guapos k lo paséis bien y cuidado